“Por eso el cante ha de ir |
Lo andaluz, lo gitano, lo flamenco, lo jondo,
son términos que suelen confundirse y emplearse como
sinónimos, aunque entre ellos haya diferencias claras y
matices que han engendrado las más variadas y encendidas polémicas entre los estudiosos del tema.
El flamenco es concebido muy distintamente por unos y otros. Es difícil
definirlo. Pero el pueblo llano, independientemente de lo que digan y piensen
los tratadistas y flamencólogos, le ha ido dando un significado expreso. Cuando
hablamos de “flamenco” todos, más o menos, sabemos a qué nos estamos refiriendo.
Con este breve estudio lo que pretendemos es orientar a aquellas personas que
estén interesadas y se sientan atraídas por este misterioso arte que es el
flamenco, y hacer un breve recorrido por sus oscuros orígenes .
LA PALABRA FLAMENCO
Diversas son las teorías que intentan explicar el origen
de la palabra FLAMENCO.
La pintoresca de Rodríguez Marín, haciéndola proceder del ave del mismo nombre
por la similitud existente entre la elegancia de dicha zancuda con la vestimenta
(pantalón ajustado y chaquetilla corta) que solían usar los bailaores y
cantaores flamencos, así como sus poses.
Aquella otra teoría que llama “flamencos” a los gitanos procedentes de Alemania.
El vulgo entendía que Alemania y Flandes (flamencos) eran la misma cosa; pero en
el lenguaje “caló” (gitano) no se han encontrado raíces germánicas., cosa que no
hay que confundir con el “lenguaje de germanía”, que es la jerga o manera de
hablar de ladrones y rufianes.
Otra teoría sustenta la procedencia árabe del término; lo relaciona con la voces
árabes: “felag-mengu” (campesino que tránsfuga). “felahamen-ikun” (labriego) o
“felagenkun” (cantos moros de Las Alpujarras). Teoría que por razones
cronológicas, según García Matos, hay que rechazar, ya que la palabra flamenco ,
según el mencionado folklorista, procede del argot de fin del siglo XVIII.
Pero, al margen de disquisiciones etimológicas y semánticas, coincidiendo con el
asentimiento común de entender por flamenco aquella manifestación del cante y
baile gitano andaluz, sin entrar en qué fue antes si lo gitano o lo andaluz
podemos, en palabras de Ricardo Molina que: “El cante es una excelsa
manifestación de la lírica. El cantaor rara vez es épico. No cuenta hazañas, a
lo sumo alusiones a personajes metidos en el ambiente andaluz. Lo que el
flamenco expresa son sentimientos, emociones e intuiciones radicales del hombre.
De ahí su profunda hondura que le valió el epíteto de jondo.
Es lírico. A veces dramático y, en otras ocasiones, explosión de júbilo y alegría.
En sus letras no hay adjetivos, ni figuras poéticas, ni grandilo
cuencias retóricas. Suelen impresionar por su desnudez y simplicidad.
Es el lenguaje de todos los días, el lenguaje de la emoción sincera. El
cante es, en gran parte, una publicación de los males propios de la humanidad”.
Como dijera Anselmo González Climent: “El cantaor flamenco
es un metafísico no académico. Un filósofo callejero...Pero, sin duda,
se nos aparece como un receptor de la vida en su último sentido”.
Los que desprecian el flamenco alegando que es cante de tabernas y quienes dicen
no encontrar en él más que ayes doloridos, jipíos y madres muertas, o es que
hablan de memoria sin haberse parado a escucharlo con respeto o es que mienten a
sabiendas y de mala fe.
CONCISA HISTORIA:
De datos claros se puede decir que el cante, como manifestación folklórica o
artística, se remonta hacia el final del Siglo XVIII. Pero, en realidad, no se
sabe ni como ni cuando nació el cante; aunque sí dónde, ya que todas las fuentes
le asignan la patria a Sevilla y Cádiz. Su historia conocida por documento
escrito se inicia en Triana, según relata Estébanez Calderón en Escenas
andaluzas. Posteriormente se torna espectáculo en los Cafés Cantantes. Más tarde
conquista el teatro con la Opera Flamenca y después, a partir de los años
cincuenta, entra en apogeo con los Festivales flamencos.
Hay que resaltar el
auge que tomó el flamenco a partir del festival organizado en Granada por Manuel
de Falla y Federico García Lorca.
CLASIFICACIÓN
Es difícil hacer una clasificación de los cantes. Hay tantas que exponerlas
todas llevaría más a la confusión que otra cosa. No obstante, de las muchas
clasificaciones escogemos una que a nuestro juicio es una de las más aceptadas y
creemos que acertadas:
Cantes básicos: (Tonás, siguiriyas, soleares, tangos).
Cantes emparentados o derivados de los básicos: (Caña, polo, tientos, livianas, saetas, Serrana, bulerías, cantiñas, alegrías, romances, carcelera, debla, martinete, tanguillos, romeras, mirabrás, caracoles, alboreas, peteneras...)
Cantes flamencos derivados del fandango: (fandangos locales (de Málaga, de Huelva, de Almería, de Lucena, de Granada...), fandangos personales, malagueñas, granaínas, medias granaínas, verdiales, jaberas, rondeñas, cantes de Levante (Mineras, Cartageneras, Tarantas, tarantos.)
Cantes aflamencados de procedencia folklórica regional o hispanoamericana y otros estratos musicales.- (Trilleras, temporeras, sevillanas, nanas, bambas, marianas, campanilleros, villancicos, farruca, garrotín, guajira, milonga, vidalita, colombiana, rumbas, zambra ...)
Hay otros cantes de los cuales sólo se tienen
vagas referencias que existieron, pero que no se sabe
ciertamente como fueron. Hay otros que hoy están
prácticamente en desuso y no se cantan nunca. Y, finalmente, los hay excesivamente comarcales, de tan
escaso ámbito de difusión que carecen de interés general..
También se ha hecho la simplista clasificación
de “cante grande” y “cante chico”, que cae por su peso
porque no hay cantes grandes ni chicos; la grandeza o
pequeñez se la da exclusivamente el cantaor.
“... el cante jondo, que es un canto |
||
¿Cuándo nació el baile? Imposible saberlo. ¿La danza?... Fue, seguro, de una
manera espontánea. Surge de una necesidad del hombre de exteriorizar sus
sentimientos y su fuerza interna. El hombre rompe a danzar con la misma
necesidad que comienza a hablar.
Pero refiriéndonos al baile flamenco, que es lo que nos ocupa, hemos de decir
que no tiene otro origen que la adaptación agitanada de ritmos y danzas ya
existentes. Andaluces y gitanos en común simbiosis, aflamencaron los sones
bailables que procedían del folklore andaluz e incluso de procedencias más
lejanas.
Los andaluces han tenido siempre una natural predisposición genética que los capacita especialmente para el baile.
El baile flamenco no es una creación particular de los gitanos. No corresponde en exclusividad a su patrimonio. Como tampoco
lo es el cante. Sin embargo, la aportación gitana es importantísima. Tanto en el origen y la evolución del baile flamenco como
el sello peculiar que los gitanos saben imprimirle.
REFERENCIAS
Aunque las alusiones literarias a la música, y más concretamente al baile de los gitanos en España aparecen ya en el Siglo XVI, la primera referencia concreta a lo que, sin duda, podríamos
considerar ya como flamenco., aparecen en Escenas andaluzas
de Serafín Estébanez Calderón, en 1.847. En el capítulo “Un baile en Triana” ya se mencionan nombres concretos de cantes y
cantaores que pertenecen ya, con todo derecho, al mundo del flamenco expresamente. Igualmente se citan bailes y bailaoras de la misma índole.
CARACTERÍSTICAS
Aunque entre los más entendidos prime el cante sobre el baile, es indudable que
entre los menos iniciados el baile fascina con mayor prontitud. Por su propia
naturaleza. el baile es más extrovertido y abarca mayores posibilidades de
comunicación. Es más sensorial que el cante. Al penetrar por la vista y por el
oído, resulta mucho más fácil de comprender y admirar.
El atractivo que provoca una figura en movimiento arrebata con mayor facilidad
que una simple voz. El bailaor o la bailaora tiene, además a su alcance más
medios a su alcance. Les favorece el juego de piernas y brazos, el aleteo de las
manos, el taconeo, el zapateado, los quiebros de cintura, el desplante del
torso, los gestos...Analizando individualmente el baile de hombre y mujer,
comprobamos que en baile de hombre ha predominado siempre el gesto del torso
erguido, el zapateado y el juego de brazos con las manos casi estáticas mientras
que en la mujer, el juego de brazos implica, a su vez, un mayor dinamismo de las
manos y de los dedos y el cuerpo se quiebra y se retuerce, con frecuencia a base
de contorsiones, en forma de espiral ascendente.
Pies: Zapateado, punteado, pateo.
Cuerpo: Torsión, vaivén, convulsión.
Brazos: Braceos, manos y dedos (mujer).
En el baile flamenco son cualidades fundamentales el garbo, la gracia, la personalidad, el
duende.
Por otro lado el artista de calidad imprimirá
siempre su sello personal al baile que interprete sin
atenerse a estrictas normas rígidas ni estereotipadas.
Pero eso, naturalmente, no está en contradicción con
que existan unos pasos, ritmos y normas que diferencian
a unos bailes de otros y que el artista, por muy personal
que sea su interpretación, estará obligado a respetar.
En el lenguaje flamenco, el toque significa la acción de tocar la guitarra, por
lo que al que toca se le llama tocaor así como al que canta o baila se les llama
cantaor y bailaor respectivamente.
ORÍGENES Y EVOLUCIÓN
Los
folkloristas y musicólogos dedicados al estudio de la guitarra dividen sus
opiniones en cuanto al origen de este instrumento. Para unos el antecedente más
remoto se encuentra en el antiguo Egipto. Para otros, en cambio, su origen se
encuentra en la antigua cítara greco asiría que trajeron a nuestro país los
romanos. Sea cual fuere su origen sí parece parece evidente que se trata de un
instrumento muy
antiguo. Como también parece evidente que a España llega por dos conductos
distintos: por un lado la traen los romanos, como ya se ha dicho y por otro, los
árabes.
Esta diversidad de procedencia estableció un dualismo claro: la guitarra latina,
después castellana, rasgueada y la guitarra morisca o punteada.
A medida que ha ido pasando el tiempo el instrumento se ha ido unificando, pero,
paralelamente, se forjan dos técnicas diferentes, dos sentimientos distintos,
dos sonidos y dos estilos. Es los que hoy conocemos como guitarra clásica y
guitarra flamenca.
INCORPORACIÓN AL FLAMENCO
Todas las opiniones coinciden en que la guitarra se incorpora al cante en la primera mitad del siglo XIX.
Es indudable que el cante, en sus orígenes, prescindió de
todo acompañamiento musical que pudiera edulcorar el patético
grito que entrañaba. Todavía hoy quedan cantes a palo seco en los que la voz cabalga sola entre tinieblas. Es el caso de las
tonás, los martinetes, carceleras...
Lo indudable es que la guitarra se empareja con el cante
flamenco en el transcurso del siglo XX. Su misión no fue puramente decorativa, innovadora o renovadora sino que, como dice
Manuel Ríos Ruiz,”cuando el flamenco toma el auge de espectáculo, inicia una
labor digna de encomio: la de consolidar la estructura de los estilos al dar
entrada y salida a la copla y cerrar los distintos tercios o melismas del
cante”.
La guitarra regula pues, en gran medida, los esquemas del cante y canaliza su
ordenamiento.
OTROS ELEMENTOS DE ACOMPAÑAMIENTO
Además de este acompañamiento fundamental de la guitarra hay otros elementos que
también hemos de tener en cuenta y que aportan una colaboración muy estimable.
El
jaleo es un componente complejo que acompaña al flamenco. En él intervienen
muchos elementos diferentes. Sirve, en esencia, para crear ambiente, para
animar, para excitar al cantaor, al bailaor e incluso al público.
La forma más generalizada es la exclamación ¡olé!, que expresa admiración
apasionada. Otras exclamaciones habituales en el jaleo son ¡Eso es!, ¡Arsa!,
¡Agua!, ¡Mi arma!... y otras muchas que se pueden improvisar de la forma más
insólita que pueda pensarse.
Sin embargo, ateniéndonos a la normalidad habitual y dentro de lo que podríamos
considerar costumbre ortodoxa, los elementos del jaleo que se utilizan más
comúnmente como acompañamiento del cante son: palmas, pitos, chasquidos con la
lengua, taconeo, golpes de vara o de bastón, golpes con los nudillos de los
dedos, golpes en el yunque, violín, castañuelas o crótalos, panderetas,
cascabeles, botellas de anís. No todos sirven para acompañar al verdadero
flamenco.
En los últimos años han ido incorporándose al cante unos
instrumentos musicales nuevos. En determinados casos, son verdaderas orquestas
con instrumentos muy diversos y significado.
Los hay de percusión, como los bongos; de viento, como la flauta, y de cuerda,
como el ya mencionado violín, sobre todo, el contrabajo.