REVISTA EDITADA POR LA PEÑA

 

 

 ACRÓSTICOS FLAMENCOS

 

 

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  PUBLICACIÓN ARTICULO PERIÓDICO DE LLERENA "TORRE TÚRDULA"

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EL APLAUSO
Por soleares, bulerías, fandangos, tonás... Por todos los palos aplaudimos a la Peña Cultural Flamenca “Ciudad de Llerena”.
Hace ya veinte años que viene funcionando como institución donde arde la llama del aficionado, velando el cante y el arte flamenco. Marcelo Rodríguez Boceta, su presidente, alguna vez dijo que el cante flamenco es de minorías, de élites, de pocos, que aquí son muchos, que el flamenco es universal y no sólo planetario, español o andaluz. Y así es porque debe ser, es una ética. No puede convertirse en comercio, en mercado sonoro intranscendente. Va más allá siempre.
La Peña Flamenca es lugar abierto a todos, acogedor, grato, lleno de cultura del pueblo y para el pueblo, y por el pueblo. Aunque de vez en cuando se viste de largo para la fiesta del cante. Por ella ha pasado lo mejor en estoas veinte años: Calixto Sánchez, Menese, El Cabrero, José Merced, y una lista, larga ya de cantaores, bailaoras, guitarristas de empaque, conferenciantes, aficionados y afición con pasión, pasión con aficionados.
También realiza cursos para fomentar la afición a este arte. Uno de ellos son las clases de baile impartidas por la bailaora Manuela Sánchez.
Suenan nuestras palmas al compás de esta revista que tiene sus páginas abiertas a esa Peña siempre.
Isidoro Jaramillo Hernández es uno de nuestros colaboradores para tratar ese palo de nuestra cultura más genuina.
Nuestro aplauso a todos y cada uno de los que hacen posible su existencia, como un lujo, el lujo de esa Pena Cultural Flamenca “Ciudad de Llerena”. ¡Olé!

 PUBLICACIÓN ARTICULO PERIÓDICO "HOY"

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HOY MIÉRCOLES, 26 DE ENERO DE 1.994
JOSÉ MARÍA PEÑA VÁZQUEZ


... me ha sorprendido gratamente, en la última visita navideña a los confines de la provincia de Badajoz, comprobar como ciertas ciudades salen de la atonía de la vida vecinal, que sólo se solía romper en las fiestas de verano u otoño, por el empuje de sus ciudadanos, secundando el que haya de suponer a las autoridades. Se da un claro ejemplo de revitalización de la vida de los pueblos y ciudades a partir de lo que se ha dado en llamar “sociedad civil”, es decir de entidades, asociaciones y peñas formadas y dirigidas por los mismos vecinos que recuperan saberes y sabores antiguos, actualizándolos, continuamente abiertos a su entorno.
La del flamenco ha sido, sin duda, una de las vías de penetración de esta nueva vivificación de los hábitos de convivencia, y de ocio compartido.
Lograr pervivir diez años y presentara más de cien artistas de gran calibre artístico es el rico balance, por ejemplo, de la Peña Flamenca de Llerena, que merece tantos elogios por su apuesta. En un escenario de arcos de ladrillos y cales blanquísimas, con alma de patio, intimidad de trastienda y recogimiento de monasterio. Hombres y mujeres jóvenes y mayores, se afirman en el disfrute y participación de este gran vehículo de expresión y cultura que es la copla y el baile bien hechos.
Algún tenaz autodidacta como Marcelo Rodríguez Boceta, comanda el gusto por el cante y el silencio “jondo”, en una población donde tanto silencio hondo se supone.

Nota.- Aunque este artículo fue escrito en el décimo aniversario de La Peña, su espíritu está vigente, con la única variación de que el número de artistas relevantes que han pasado por la Peña se ha cuadruplicado.